Los trastornos del espectro autista (TEA), aparecen durante la infancia y son diagnosticados gracias, en gran parte, a que los padres detectan comportamientos poco comunes en los hijos.
El autismo y el síndrome de Asperger forman parte de los Trastornos generalizados del desarrollo, aunque pueden ser diferentes, ya que generalmente, los niños con Asperger no muestran dificultades cognitivas o en el lenguaje, como sí que presentan los niños con autismo. Sin embargo, una característica común entre ambas enfermedades es la dificultad para entender las relaciones y situaciones sociales, y por lo tanto la insuficiencia de capacidad para las habilidades sociales.
El trastorno autista afecta en diferentes ámbitos a los niños con autismo. Estos muestran dificultades en el comportamiento y necesitan rutinas estrictas para vivir de manera tranquila. Cualquier cambio o imprevisto, por pequeño que sea, puede estresar al niño. Además, pueden desarrollar comportamientos compulsivos que repiten a diario. Otro de los problemas más destacados viene relacionado con la comunicación y el lenguaje, tanto verbal como no verbal, factor que influye de manera clave en sus relaciones sociales.
De manera general, los niños con TEA prefieren estar solos, esto es debido a que no entienden las pautas sociales o no saben responder a las demostraciones tanto de afecto como de enfado, dada su dificultad para comprender las acciones de las otras personas. Por ello, es importante que desde pequeños se fomente su comunicación con la sociedad y puedan llegar a relacionarse con su entorno. Para conseguirlo, se pueden seguir algunos consejos como los presentados a continuación.
Consejos para la mejora de las habilidades sociales
- Potencia el saludo: Un buen paso para empezar a relacionarse es que el niño se acostumbre a saludar cada vez que alguien nuevo llega a casa, o cada vez que él entra a algún sitio, tanto de manera no verbal (con la mano) como con alguna palabra (hola, buenos días). De este modo, se pondrá en contacto con la persona que llega, y también deberá despedirse cuando se marche. Tras la repetición de esta rutina a diario, el niño llevará a cabo esta acción solo y así aumentará el contacto con diferentes personas.
- Fijar un panel visual con las normas de la casa: Colocando un panel que muestre las rutinas sociales del niño y cómo debe llevarlas a cabo provocará que tenga un modelo al que acogerse cuando no sepa cómo actuar o no entienda los gestos o acciones del resto. Además, cada vez que lo haga bien, su esfuerzo podrá ser recompensado con alguna cosa de su agrado, de esta manera se esforzará por actuar como el panel indica.
- Crear situaciones de interacción y socialización: Organizar encuentros con otros niños para realizar las actividades que más le gusten, y que de esta manera pueda relacionarse con ellos. Aunque al principio sea solo durante unos minutos, el tiempo irá aumentando y podrá interactuar con otros niños de su edad.
- Actuar como mediador en las relaciones interpersonales establecidas donde hay más niños. Para ello, primero el niño ha de interaccionar de manera libre, y el papel de los padres debe ser guiar y corregir las conductas inadecuadas. Es necesario explicarle cómo debe hacer las cosas dado que a él las habilidades sociales no le surgen de una manera natural.
- Utilizar el Role-playing para recrear situaciones: El papel ficticio permitirá asumir un papel determinado y situar al niño en una situación establecida y que así, aprenda a cómo ha de actuar en diferentes ocasiones.
- Exponer contextos que impliquen diferentes normas de comportamiento. El niño ha de aprender a comportarse en cualquier sitio, según las normas que exija el lugar donde se encuentra. El proceso ha de ser progresivo, sin forzar al niño a situaciones para las cuales no esté preparado. Mediante la repetición de éstas, aprenderá cual es el modo de comportarse en ocasiones distintas.
- Juguetes que faciliten la interacción social: Es recomendable que tenga juguetes que fomenten las relaciones, y con los que sea más divertido (o incluso necesario) jugar con alguien en vez de solo. Los videojuegos o tablets que inducen al aislamiento no son aconsejables, o al menos, no durante largos periodos de tiempo.
- Provocar la petición de ayuda. Con hechos tan simples como no alcanzar a coger un juguete o necesitar ayuda para abrir algún bote con dulces, el niño acudirá a pedir ayuda, y esto le llevará a tener que relacionarse o interactuar en cierto modo.
- Practicar deporte. La actividad física libera tensiones y mejora las actividades motoras y, por lo tanto, la calidad de vida de cualquier niño. En el caso de los niños con autismo, también sirve para relacionarse, aunque se trate de un deporte individual, con un entorno diferente, y poder llevar a cabo otro tipo de actividades que pueden resultar muy beneficiosas.
- Musicoterapia. Una de las últimas tendencias en terapia para niños con autismo es la relacionada con la música ya que, según diversos estudios, este arte mejora la comunicación y la percepción de los niños con TEA.