Lo que revelan los datos
En 2016 el departamento de Trabajo Social y Servicios Sociales y el Grupo de Investigación e Innovación en Trabajo Social de la Universidad de Barcelona Violeta Quiroga realizaron un estudio concluyendo que solo el 6,2% del colectivo LGBT acude residencias de ancianos, cuando el porcentaje entre el resto de la población es el doble.
Esto se debe en muchas ocasiones a que los homosexuales se encuentran solos en el camino a la vejez porque no han tenido hijos, que son los responsables de llevar a las residencias de ancianos a sus progenitores habitualmente, o se han quedado sin pareja con la que tomar decisiones de este tipo; a menudo beneficiosas para la calidad de vida de las personas.
Problemas y soluciones
A veces, el motivo se limita al pensamiento de que la resistencia de ancianos puede ser un entorno hostil y discriminatorio frente a la homosexualidad; al estar construido por una microsociedad de personas de otra época, con ideas tradicionales, poco acostumbrados a la diversidad sexual y con pocas expectativas de acoger al colectivo.
En vista a este tipo de actitudes y conductas estudiadas desde hace ya algunos años, se ha comenzado a poner remedio desde diferentes puntos de vista, y uno de ellos ha sido la creación de residencias de ancianos para homosexuales; una de las instituciones más involucradas en este aspecto ha sido la Fundación 26 de diciembre que inauguró una de ellas en el año 2014 en Madrid.
¿Por qué el tabú en edades avanzadas?
La juventud no es siempre sinónimo de progreso, de salud o de pensamiento abierto y de eso debemos ser conscientes, pero existen ciertos motivos históricos y objetivos por los que la integración de los homosexuales se hace más dura en contextos similares a las residencias de ancianos o los ecosistemas creados alrededor de un colectivo de edades que superan los 60 años.
Fundamentalmente se puede determinar por la situación sociopolítica precedente de estas generaciones: han vivido momentos en los que la homosexualidad era considerada delincuencia (y legalmente así constaba), en los que la iglesia católica tenía un importante peso tanto social como cultural y durante mucho tiempo, hasta hace unos pocos años, el matrimonio homosexual no era posible en España.
Este conjunto de vivencias convierte las residencias de ancianos en destinos poco atractivos para los mayores homosexuales, bastante confusos con lo que se pueden llegar a encontrar en ellas y en muchas ocasiones supone una barrera para sí mismos que han crecido con ese prejuicio impuesto.
La felicidad en las residencias de ancianos
Pese a que algunos datos puedan no ser favorables para la vida de los homosexuales de edades avanzadas, especialmente para su vida social; cabe recordar que pueden ser perfectamente felices en las residencias de ancianos, que cada vez hay más residencias para huéspedes LGBT y que la sociedad evoluciona a favor de las libertades sexuales desde todos los ángulos e instituciones.